Otro dos de mayo

Si bien es cierto que la primera dama de Francia fue antes nada más y nada menos que Carla Bruni, presa fácil para un tipo muy concreto de medios de comunicación, no es menos cierto que su trayectoria desde que ‘tomó posesión’ del palacio del Elíseo ha sido impecable.

Trayectoria paralela de ejemplaridad ha seguido la antigua Letizia Ortiz desde que es Princesa de Asturias. Aún así, el morbo de la prensa del corazón estaba servido y las especulaciones sobre posibles encuentros y hasta  entrevistas deseadas entre ambas han sobrepasado los límites normales de una visita de un jefe de Estado a otro país.

En cualquier caso, y aunque se produzcan encuentros oficiales entre las dos con ocasión de cenas o recepciones,  siempre se llevarán a cabo en función de las relaciones de la heredera de un trono, es decir una futura Reina de España, y la actual esposa del jefe del estado francés. Por lo tanto, su homóloga, a efectos de protocolo, será siempre y en todo momento la Reina de España, doña Sofía, todo lo cual no quiere decir que, en momentos distendidos y, con toda seguridad,  lejos de los medios de comunicación, ambas jóvenes hablen y charlen de ‘sus cosas’.

Será inevitable la comparación entre las indumentarias, la elegancia o la belleza de cada una, y hasta de la diferencia de estatura entre ellas. Pero también sería bueno que ciertos ámbitos de nuestra sociedad, que pasan por serios, se acostumbraran a este tipo de situaciones y las analizaran con la seriedad que requieren y que va mucho más allá del anecdótico encuentro de una antigua periodista y de una ex modelo y cantante, que ahora son Princesa de Asturias en España y esposa del presidente de la República en Francia.

Ambas naciones tienen entre sus intereses compartidos o entre sus discrepancias comunes  muchos y más interesantes asuntos que tratar y que están lejanos a la anécdota de un vestido, de una diadema o de un traje largo.

Ahí están, sin ir más lejos, aspectos fundamentales de nuestras relaciones con Francia como son la política antiterrorista, la Alianza Atlántica o la cooperación en materias económicas, por citar sólo los más relevantes para la opinión pública.

Pero si esa opinión pública recibe el mensaje equivocado de que lo relevante de la visita de Sarkozy a España es su esposa y los encuentros que esta señora pueda tener con la Princesa de Asturias, es claro que estamos errando el punto de mira.

 
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