El champán, Jimmy Burns y los zapatos

Jimmy Burns El libro de Jimmy Burns –Papá Espía- parece sólo un recuerdo más de los tiempos en que Embassy servía el té a los espías. Es mucho más que eso. Es una ‘quest’ de calidad literaria de un hijo que investiga la vida secreta de su padre. No es una vida cualquiera: es un repaso a la nobleza literaria y dinástica de la época, de los Alba a Evelyn Waugh, en un Madrid donde el Palace pasaba de hospital improvisado a sus dorados de costumbre. El propio Burns padre mantuvo un largo romance con una prima de la Reina Madre. Al tiempo, uno cae en la cuenta de algo que nos falta: esas estirpes a lo Marañón o Baroja, elites de la cultura y la sociabilidad con menor presencia que en Gran Bretaña.

Tacones quebrados Quebrar un tacón no es inhabitual pero son muchas las que quiebran un tacón de marca y ya no vuelven a esa marca. Uno imagina los sudores fríos del zapatero que ha visto fotografiados sus zapatos rotos: es algo que provoca la ira, real o no real. Digamos en defensa del gremio que el zapato de tacón es una estructura harto compleja. En principio, la princesa ha calzado zapatos españoles, cosa que tiene su lógica por ser potencia exportadora y tener en alguna zona –el Levante- lo que llaman un ‘know-how’ excepcional: al margen de alguna marca poco conocida de gran exquisitez, no pocos artesanos fabrican para los zapateros más deseados de Londres y Nueva York. Castañer, Armand Basi, cuñas de esparto o peep-toes, seguro que no tarda en salir el nombre del zapatero culpable.

Alfonso XIII "Antes de abandonar el barco, recibió honores y después rompió a llorar". El testimonio de José Rivera y Álvarez de Canedo tiene todo el pathos de la Historia. Narra con prosa militar cómo fue él el encargado de sacar a Alfonso XIII por una puerta secreta que daba al Campo del Moro, de camino a Cartagena vía Albacete, con escueta comitiva. “el jefe del arsenal, vicealmirante Juan Cervera Valderrama, da siete vivas al Rey, y monarca contesta: “¡Viva España!” Eran ya las 4: 30 de la madrugada. Rivera cuenta que, cuando el buque navegaba ya fuera del malecón, Alfonso XIII le pidió subir al puente de mando, pues “quería ver España por última vez”.

Champán Gastarse diez mil libras en champán en sólo cuatro horas es, en efecto, un gesto principesco. Es lo que acaba de hacer el príncipe Harry, quien sin embargo ha batallado –ha batallado de verdad- lo suficiente por el mundo como para que no se le acuse de excesiva decadencia. En fin, todo el mundo sabe que Londres es un sitio caro –y allí el champaña se bebe a raudales desde siempre, como aparece en las novelas, notablemente Pommery, es decir, no siempre en sus cuvées más excelsas. Moët, Laurent Perrier: fáciles de encontrar en cualquier Carrefour en torno a los 35 E. Lo cierto es que los raperos se gastan mucho más.

 
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