Las barbas de Felipe de Borbón

En esas imágenes, todos ellos con atavío informal, comiendo en un ‘burger’ y montando en una atracción de feria, se aprecia un Felipe de Borbón barbado, pero sobre todo con una barba muy canosa.

Habida cuenta de que las cuestiones de imagen se cuidan mucho en La Zarzuela, pero más aún por la pareja principesca, hay que deducir que no se trata de un detalle inadvertido.

Don Felipe era, pues, consciente de su apariencia física. Y también, y quizá más su esposa, la princesa Letizia, muy interesada en lo que tenga que ver con cuestiones de imagen: la suya, por supuesto, pero también de su marido.

Y es evidente que los amplios trazos blancos de la barba le hacen mayor al heredero. Quizá hasta demasiado mayor, para los 43 años que acaba de cumplir.

Detrás puede estar la intención, más o menos expresa, de que los españoles no le vean como un niño, que no lo es, ni como un muchacho, que tampoco, sino como un hombre hecho y derecho, una persona madura.

¿Por qué? O más bien ¿para qué? Pues posiblemente porque, se quiera o no se quiera, enfade o no a las gentes de La Zarzuela, el problema de la sucesión está también planteado en el ámbito de nuestra monarquía.

Si, a la hora de pensar en un relevo, la ideas que los españoles tienen del sucesor les ofrece confianza, también en lo referente a la madurez del personaje, mejor que mejor.

Y esa barba casi blanca produce un cierto respeto. Aunque, repito, tantas canas me parece que le hacen demasiado mayor.

 
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