Botar la monarquía

Los españoles somos los dueños de esta nación, y decidimos cómo se organiza y quién la representa y la gobierna.

De nuestra libre voluntad pende el mantenimiento de las actuales formas de organizar la convivencia nacional, y también la decisión, en su caso, de sustituirlas por otras más adecuadas, útiles o ventajosas.

Respecto a la forma del Estado, la monarquía, la reina doña Sofía lo tiene muy claro. Y lo ha dicho en alguna ocasión: "Si lo hacemos mal, nos botan".

Un "nos botan", con b, no con v. Es decir: nos echan.

La pervivencia de la monarquía en España está, como es obvio, en manos de los españoles.

¿Tiene enemigos en este país? Por supuesto. Pero son por ahora minoría.

El problema más delicado para la institución puede provenir de la propia institución. Es decir de que los integrantes de la familia real se conviertan en enemigos de la monarquía.

Si el rey, por citar un supuesto, incurre en comportamientos personales indignos de su condición, en falta de ejemplaridad, en desidia a la hora de cumplir con sus obligaciones.

Si los príncipes de Asturias no logran sintonizar con las inquietudes y esperanzas del país, si los españoles no ven en ellos la garantía de un futuro mejor.

 

Si las infantas, o sus familias, asumen conductas irregulares, fraudulentas o delictivas.

Si algunas de esas circunstancias se dieran o, peor aún, todas juntas, entonces los miembros de la familia real se habrían convertido en los primeros enemigos de la institución.

En ese caso, de acuerdo con la reflexión de doña Sofía, habría llegado el momento de botar la monarquía.

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