Un rey muy políticamente correcto

Seguí con interés las palabras de don Juan Carlos en el tradicional mensaje navideño de la noche del 24 de diciembre. Incluso fui tomando algunas notas, que ahora tengo a la vista. Pero, más que referenciar con detalle las cosas concretas que apuntó, prefiero aportar una consideración de fondo. Y es ésta: el rey estuvo muy políticamente correcto. Quizá demasiado.

Atendiendo a sus expresiones, aquí y allá se iban, por ejemplo, identificando las prioridades, intereses y objetivos de este Gobierno. Incluso con sus propias palabras. Allí aparecieron términos como innovación, tejido productivo, cambio de modelo educativo, competitividad… Menos mal que lo de “economía sostenible” no fue uno de los puntos fuertes.

Cierto que hizo un llamamiento a trabajar juntos, al consenso en los grandes asuntos, que pidió a Gobierno y oposición que actúen con más sentido de Estado, que habló de solidaridad entre los españoles, de respetar la Constitución, de preservar instituciones claves (no citó al tan discutido y desprestigiado Tribunal Constitucional)…

Sobre la mala situación económica, afirmó que “se van tomando medidas”, que ya es afirmar. Para añadir que “queda mucho por hacer”.

Eché de menos referencias algo más comprometidas por parte del rey. El dramatismo del paro fue solventado demasiado rápidamente (habló de “varios millones de personas”), me habría gustado un crítica rotunda a episodios como los llamados “referéndum de autodeterminación” de Cataluña, eché en falta una defensa más clara de la familia (comprendo que ahora, con el divorcio de la infanta Elena en marcha, no se sienta muy cómodo), lo mismo que una descalificación absoluta de los escándalos urbanísticos, una petición de afrontar en serio nuestro déficit energético…

No escuché en el parlamento navideño del rey una mínima referencia a asunto tan grave como es una ley, la más permisiva de Europa, que instala el aborto libre.

Tampoco aprecié una llamada de atención a los políticos, un tirón de orejas, por su incapacidad, superficialidad e incompetencia, y por los casos de corrupción. Sabido es que el último CIS sitúa a los políticos como uno de los principales problemas que tiene este país, así que no habría venido mal un pequeño rapapolvo para que se pongan las pilas de una vez.

Entiendo que don Juan Carlos no puede entrar en todos los charcos, pero sí debería ser más retundo en el veredicto, y más claro en la crítica cuando hay motivo. Y, en estos tiempos, motivos, haylos. Y abundantes.

Si no lo hace, si se mimetiza con la situación, cabría el peligro que de que el rey pareciera “uno más”, otro componente del actual “establisment”. Con lo que su autoridad quedaría discutida, mermada su credibilidad, y mensajes como el discurso navideño perderían efectividad. Dejarían de ser lo útiles que han resultado en ocasiones pasadas.

 

Ser políticamente correcto puede resultar confortable. Pero no es recomendable en situaciones de dificultad, peligro y problemas. O sea, en momentos en los que se precisa el liderazgo de la Corona.

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