De discurso en discurso

En los ‘revival’ que, de antiguos programas de humor, está haciendo estos días Televisión Española, hay uno divertidísimo de Tip y Coll cuando se dedicaban ‘a hablar del Gobierno’:

-Empieza tú. (Dice Coll).

-Siempre tengo que empezar yo haciendo el ridículo. (Responde Tip).

-No te las des de ministro. (Contesta rápido Coll).

Y es que los políticos cada vez tienen menos medida. En estas fechas, remedando el discurso del Rey, los presidentes de las diferentes autonomías se creen en la obligación de felicitar la Navidad y el nuevo año a sus gobernados. Todos aprovechan para ‘mitinear’ y así, los gobernados tienen que aguantar unos bodrios de mucho cuidado.

Desde quienes reivindican la igualdad con las autonomías más favorecidas, hasta los que se lamentan de su situación económica, pasando por los que anuncian grandes cambios y los fenomenales tiempos que están por llegar o se dedican a airear los cambios constitucionales o el derecho a la autodeterminación, hay de todo y, casi todo, poco aprovechable. Poco aprovechable, porque estos discursos no sirven absolutamente para nada.

Sería divertido montar una especie de ‘carrusel’ radiofónico en el que simultáneamente se escucharan retazos de los discursos. Incluso podrían insertarse pitidos –como si de un gol se tratara- en el instante en que surgiera la tontería mayor, la más inusitada extravagancia, o la propuesta más inútil.

Es de imaginar a la pléyade de asesores que pululan alrededor del presidente autonómico, redactando el discurso desde meses antes. Buscando frases ingeniosas y redondas, discutiendo giros, estudiando los asuntos que no conviene airear, sacando a relucir logros o rechazando propuestas de los consejeros más interesados en salir en la foto.

Pero seguro que lo mejor estuvo en el trabajo de los asesores de imagen. Corbatas, vestidos, posturas, maquillaje, con mesa o sin mesa, de pie o sentados, atención a las fotos que hay encima de muebles y estanterías, que se vea algún libro, papeles en la mesa pero sin que parezca desorden o abandono, prestancia sin excesiva ostentación de despacho, ensayos ante la cámara, colocación de las banderas, belén sí, belén no, ritmo de las frases, palabras a enfatizar…

 

Aquí sí que hubieran tenido sentido, y desde luego éxito, las tomas falsas.

Y es que ya lo decían Tip y Coll, todos quieren dárselas de ministros.

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