Las condecoraciones y la propiedad en el lenguaje

Hace unos días, el presidente norteamericano Barack Obama fue condecorado en Arabia Saudita por el rey Abdalá durante la visita oficial que allí realizó. Parte de la prensa que dio la noticia hizo gala de un abismal desconocimiento de lo que significa una condecoración, además de una sorprendente falta de propiedad en el uso del lenguaje acerca de estas cuestiones.

El diario La Razón del pasado 4 de junio -páginas 6 y 30- plasmaba en los pies de foto, que ilustraban la imposición de la condecoración, dos frases que -cuando menos- debemos calificar de poco adecuadas. En la primera escribían: “Regalo. Obama recibió un collar de oro por parte del rey saudí, Abdalá bin Abdelaziz, ayer, en Riad”. En la otra decían “Barack Obama, ayer, con la medalla de oro que le impuso el rey Abdalá”. En ambos casos se omitía el nombre de la condecoración, me temo que por desconocimiento.

Si repasamos lo comentado por otros medios de prensa escrita en España, tanto en papel como digital, el resultado de la pesquisa es similar. En unos se dice que recibió “una alta distinción saudita” -menos mal- y sólo en algunos se habían tomado la molestia de investigar -con poco éxito- qué distinción era esa, tan dorada y aparatosa.

Se trataba en realidad del collar del Rey Abdulaziz o de Abdulaziz al Saud, creado por el rey Saud ibn Abdulaziz en 1957 en honor de su padre, el fundador de la dinastía saudita, el rey Abdulaziz. La condecoración es considerada la segunda en importancia del reino y está normalmente reservada para miembros de la Familia Real o para jefes de Estado extranjeros. Está formada por un collar compuesto de por 21 placas doradas rectangulares ornadas con motivos arabescos, algunos con espadas saudíes superpuestas y otras con gotas de esmalte verde o rojo. Del collar pende la condecoración de la Orden, compuesta por una estrella dorada de siete puntas esmaltada de blanco, cantonada por otras tantas hojas de palma doradas. La condecoración está cargada de otra estrella poligonal de siete puntas en esmalte blanco con los bordes verdes, llevando en el centro un pequeño medallón circular con la inscripción en árabe “Abdulaziz Al Saud” sobre esmalte blanco, circundado por esmalte verde.

No es la misma que la Orden del Rey Abdulaziz, creada también en 1957, a pesar de que la estrella sea idéntica. En esta última condecoración el número de agraciados de Arabia Saudita es limitado y deben iniciar su “carrera” en la Orden desde la clase más baja de la misma pudiendo ser promocionados cada cinco años a clases superiores. Las clases son, de menor a mayor categoría: miembro, oficial, comendador, gran oficial y primera clase distinguida. Los árabes evitan las palabras cruz y gran cruz para sus órdenes por motivos obvios e idénticos a las razones por las que no poseen Cruz Roja sino Media Luna Roja.

Es una pena que quienes redactan estas notas no se preocupen por averiguar el nombre de la condecoración impuesta. ¿Qué pensaríamos si viniera el presidente Obama a España, se le impusiera el collar de la Orden de Carlos III y en la prensa apareciera: “Regalo. Obama recibe un collar de oro de parte del Rey de España”. ¿Pensaríamos que nuestro monarca le ha dado por regalar joyas de adorno al presidente de los Estados Unidos? Ni la Orden de la Jarretera en Inglaterra ni la de la Legión de Honor francesa se “regalan” sino que se otorgan o conceden. Y así sucede con todas las condecoraciones que los estados de todo el mundo reparten con mayor o menor prodigalidad.

En efecto, las condecoraciones son algo más que joyas y no se “regalan” sino que se otorgan o conceden, ya que son distinciones que premian méritos o servicios en el ámbito que sea y las poseen prácticamente todos los países del mundo como una forma de estimular el buen hacer de sus ciudadanos. Todas merecen respeto.

Otros medios de prensa, extranjeros, sí se han referido a la condecoración como “King Abdul Aziz Order of Merit, the country's highest honour”. Falso, porque ni es tal Orden la recibida por Obama ni es la más alta condecoración ya que el más alto honor saudí en este ámbito “premial” es el Gran Collar de Badr, condecoración creada por el rey Faisal ibn Abdulaziz el 20 de marzo de 1971. Además, la Orden del Rey Abdulaziz da derecho a percibir la asignación de una suma de dinero, beneficio que no posee el Collar. Claro que cuando el Presidente vio la condecoración parece que exclamó: “Goodness gracious. That's something there!”. Ver y… leer para creer. Vaya mimbres para tan gran cesta.

 
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