¿Está bien impresionado Alberto de Mónaco?

Dicen los que saben de esto que los miembros del COI que han venido a examinar a Madrid como ciudad candidata a organizar los Juegos Olímpicos de 2016 se han ido muy bien impresionados. Y eso es bueno. Aunque lo mismo dirán o habrán dicho en las otras ciudades candidatas, siempre hay que mantener la ilusión.

De todas formas, la experiencia de anteriores frustraciones debería ponernos en guardia. Y ya que estamos puestos en alerta, la primera alarma que surge en el observador es un interrogante: ¿Está bien impresionado el Heredero de los Grimaldi? Porque, o le impresionamos -y generosamente- o este caballerete puede dar al traste con todo el trabajo y con todas las ilusiones.

Ya lo ha hecho otras veces y, entre francachela y escarceo, viaje todo pagado y reconocimientos de paternidad, igual le da por preguntar por la ETA o por el GRAPO o por la seguridad en los casinos y nos agua la fiesta.

No se sabe muy bien qué pinta en todo esto el representante de Mónaco, pero pinta y no sólo hace de artista sino que simultanea la tarea de pintar con la de marchante de lo que pinta. Se quita la gorra de marinero y los botones de la blazer con dibujos de anclas de mares lejanos y se coloca los botones de deportista olímpico y automáticamente hay que empezar a impresionarle.

Atentos, pues, los responsables de la candidatura de Madrid. Todo lo que se ha hecho bien está y además se está haciendo bien, pero con los impresionables como el monegasco no hay que confiarse lo más mínimo. Porque están a la que salta y en cualquier comité se levantan y si no están bien impresionados nos montan un lío.

A estos personajes les gusta ser impresionados, y cuanto más y más abundantemente se  les impresione mejor.

 
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