El Príncipe, Letizia y la TV-Movie

Si hacemos caso a lo publicado, sobre todo en este soporte, en Internet, aquello fue el gran desastre. Un cataclismo tal que, como alguno titulaba ayer, la III República ha comenzado. Nada menos.

Como no me resisto a decir lo que pienso, aunque ello signifique remar contra corriente (y así lo he demostrado en otras ocasiones), empiezo por afirmar que el primer capítulo de la miniserie no me desagradó.

No digo que fuera la obra de arte del siglo, ni que vaya a optar a los Oscar o a los Goya. Ni que todo resultara creíble, o que las recreaciones fueran perfectas, no. Tampoco me parece que los actores hayan sobresalido, a pesar de algún nombre un poco más famoso.

Opino también que Juanjo Puigcorbe se pasó, y que reflejó un rey don Juan Carlos de una superficialidad rayana en la estupidez. Una especie de pasmado, que, según mi criterio, no corresponde, ni de lejos, con la realidad del personaje.

Dicho todo eso, y alguna cosa más que podría añadir, mi balance no es negativo. No pienso en los expertos en cuestiones dinásticas, ni en los especialistas en cine, ni en los críticos de teatro, ni tampoco en los intelectuales, los pensadores, los periodistas…

Miro más bien a los cuatro millones y pico de ciudadanos que se sentaron ante el televisor en la noche del lunes y siguieron la ficción sobre los príncipes. Y me parece que la historia que se contó hará más bien que mal a la figura y conocimiento de los príncipes. Y supondrá un acercamiento a los integrantes y a la vida de la Familia Real.

Por eso he dicho que no me desagradó.

Y, por supuesto, no creo que el lunes hubiera comenzado el final de la dinastía Borbón.

¿Que se podía haber hecho con mayor calidad, con más cuidado, con más rigor? Claro que sí. Pero, de ahí a afirmar que con la emisión de la TV-Movie ha comenzado la III República va largo trecho.

 

Repito que estoy pensando en el conjunto amplísimo de los españoles. Que, en democracia, son quienes tienen la palabra. También en relación con la forma de Gobierno.

Y, entre ese numeroso grupo de ciudadanos de a pie, lo que se emitió el lunes no caerá tan mal como quizá ha calado en segmentos más minoritarios. Mal que les pese.

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