La Iglesia y la Monarquía

En un momento en el que la monarquía en España atraviesa por la dificultad de la percepción pública, la Iglesia, una vez más, desde lo específico de su misión, hace visible ese vínculo de servicio que liga a la confesión pública de la fe católica de la primera familia y la institución que representan. "Reinar es siempre servir", recordó monseñor del Río. La complejidad de los procesos de disolución institucional a los que estamos asistiendo no deben hacernos perder la perspectiva de lo que, en la historia, han sido los referentes del progreso personal y social.

La homilía de monseñor Juan del Río ofrece algunas interesantes claves para este momento de la historia de España, a través del recuerdo de la figura de don Juan de Borbón. Pone el foco en lo esencial de la contribución del padre de don Juan Carlos a la historia reciente de nuestro país. "España –señaló el arzobispo castrense- debe a S. A. R. don Juan de Borbón gratitud, reconocimiento y dar a conocer su obra a las nuevas generaciones. Hijo y padre de Rey, fue Jefe de la Casa Real española durante más de treinta años. Sin su excepcional figura y generosidad, nuestro pueblo difícilmente hubiese gozado hoy de la reconciliación social, de la democracia y del desarrollo socioeconómico que tiene. Sin llegar a reinar, consiguió para nuestro país abrir nuevos tiempos de paz, progreso y modernidad.

Un dato de la biografía de don Juan de Borbón, quizá no muy conocido, es el de su presencia, como Jefe de la Casa Real española, en la sesión de apertura del Concilio Vaticano II. Según monseñor del Río, el padre del Rey don Juan Carlos "siguió muy de cerca la repercusión social en España de sus documentos, especialmente la Declaración Dignitatis Humanae (sobre la libertad religiosa), que tantos recelos despertó en el mundo político de aquel tiempo. A la luz de esa renovación conciliar, el título de "monarca católico" ha de entenderse de manera universal y ecuménica, que abarca a todos los españoles".

Por último, el arzobispo castrense recordó la confesión de fe católica del padre de su Majestad el Rey. "En su testamento –apuntó-, el Conde de Barcelona afirma claramente su pertenencia a la fe de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, en la que deseó "vivir y morir", como lo hizo su familia. Al igual que todo cristiano, fue consciente de que en el seno de la Iglesia es donde se experimenta el perdón de nuestros pecados que, por la debilidad humana, se hacen presentes en la vida de los mortales. Sintió la misericordia divina y siempre se acogió a ella".

 
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