La Familia Imperial Rusa

Nuevamente ha saltado a la actualidad el tan manido asunto del asesinato de la Familia del Zar Nicolás II, que, como se recordará, se perpetró la noche del 17 al 18 de julio de 1918 en Siberia. Los cadáveres de los Románov fueron mutilados y escondidos por los asesinos en un intento de evitar que los monárquicos rusos tuvieran pruebas del crimen y reliquias de los Zares. Con la perestroika salieron a la luz los restos de los asesinados, se identificaron científicamente y, en 1998, se les dio digna sepultura en el Panteón Imperial de San Petersburgo. Pero aquella ceremonia tenía mucho trasfondo.

El entonces Presidente Yeltseyn necesitaba urgentemente demostrar al Fondo Monetario Internacional que Rusia renegaba formalmente de su pasado Soviético y de su crimen más famoso, así que aceleró las exequias para poder presidirlas y pronunciar un discurso que le permitiese percibir el crédito que había solicitado el FMI. El Patriarca Alexei se negó a asistir a esta ceremonia alegando que no tenía la certeza de que se tratase realmente de los cuerpos de los Románov, pero la realidad era que esta celeridad de Boris Yeltsein contrariaba enormemente los planes que en este asunto se había trazado el Patriarca de Todas las Rusias, Alexei II, que en esas fechas había convocado un Sínodo (que culminaría en el año 2000) en el que tendría que producirse la declaración de Mártires delas víctimas del Comunismo, encabezadas por la Familia Imperial, condición que posibilitaría la reunificación de la Iglesia Rusa con los seguidores de la Iglesia Rusa del Exterior, exiliada durante el Comunismo, que ya en 1981 había celebrado la canonización de los Románov en una solemne ceremonia celebrada en NuevaYork. Esta situación permitiría a Alexei II incorporara su Iglesia los bienes de la Iglesia del Exterior ,con importantes inmuebles e intereses en América y Europa occidental.

Como estaba previsto, en 2000 tuvo efecto la canonización como mártires de los miembros de la Dinastía rusa pero, lamentablemente, esta ceremonia coincidió con la tragedia del submarino Kursk, por lo que el Patriarca y la Gran Duquesa María, cabeza de la Dinastía Imperial, no estuvieron acompañados en esa ocasión, como estaba previsto, pore l nuevo Presidente, Putin. Al adelantarse Yeltsein en dos años a los planes de Alexei II, éste optó por esperar tiempos más adecuados para rentabilizar políticamente el martirio de la Familia Imperial y, una vez oficializada la noticia dela reunificación de las iglesias rusas del interior y del exterior, lo que se produjo hace unos meses, se anuncia que han aparecido los restos del Gran Duque heredero, el Cesárevich Alexei Nikolaievich, y de una de sus hermanas, María Nikolayevna.

Es de suponer que en los próximos meses el Patriarca y el Presidente Putin lleguen a un acuerdo para celebrar en 2008, 90aniversario del asesinato, las exequias de estos santos mártires junto a sus familiares y servidores, cuyas reliquias serán expuestas a la veneración de los fieles con toda la pompa de la liturgia ortodoxa. Se cerrará así simbólicamente una página de horror inmenso de la Historia de Rusia y del Mundo y la memoria de Nicolás II y su familia podrá gozar de merecido descanso.

 
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