El CIS contra la monarquía

La primera es que considero un acierto que se vuelva a incluir la institución en los trabajos del CIS, precisamente para obviar cualquier impresión de oscurantismo. En una sociedad moderna y democrática, las cosas han de saberse, aunque puedan ser amargas: no tiene el menor sentido cerrar los ojos y no querer ver la realidad. Así que recomiendo que a partir de ahora se mantenga.

He leído en algunos comentarios que la monarquía es la institución que más baja, y es cierto. Pero habría que reparar en que, mientras las demás, se han visto medidas oleada tras oleada, y por tanto el descenso era paulatino, sobre la monarquía no se había preguntado desde octubre de 2011, es decir desde hace año y medio, cuando se situó en el 4,89.

Es conocido el chiste del que pregunta a su amigo: ¿Cómo está tu mujer? Y el aludido le responde: ¿Comparándola con quién?

Siendo una muy mala noticia para la institución monárquica ese 3,68, no sería sensato no fijarse en que se sitúan por debajo el Gobierno (2,42), los sindicatos (2,45) y los partidos políticos (1,83) (estos aparecen los últimos en el ranking de valoración). Y en que el 90% de los españoles apenas confía en los dos grandes líderes.

Pero es que, además, la monarquía tiene por detrás en el ranking de aceptación los parlamentos (nacional y autonómicos), el Tribunal Constitucional, el Consejo del Poder Judicial...

Frente a interpretaciones de urgencia, y por tanto no demasiado meditadas, en el sentido de que con el 3,68 la monarquía merece ser abolida, ¿qué habría que aplicar a esas otras instituciones que suspenden con peor nota?

La encuesta del CIS es muy mal dato, sin ninguna duda. Pero también conviene considerar el entorno y el momento. El entorno es un país zarandeado y castigado por la crisis económica, el paro, la falta de esperanza, las noticias de corrupción... Con ese panorama, milagro resulta que alguna institución apruebe: solamente lo hacen las fuerzas de seguridad (también merecería alguna reflexión ese guarismo, porque últimamente las vemos con mucha frecuencia en la calle, movilizadas con firmeza para garantizar el orden público, y para cerrar aventuras violentas y antidemocráticas, y por lo visto se les premia).

Y el momento, hablando de la monarquía, seguramente es el peor de la historia reciente. Con un rey prácticamente desaparecido en combate, y con una infanta de España procesada y al borde de sentarse en el banquillo (la encuesta se realizó precisamente en los días en que saltó esa negativa noticia).

Quizá por ello la institución monárquica aparece por vez primera en la lista de problemas, aunque muy a la cola, con el 0,9%.

 

Evidentemente, a La Zarzuela, y al propio rey y al príncipe, les queda mucho trabajo por delante. Decisiones como la inclusión de la corona en la ley de trasparencia van en la buena línea. Algunos actuales nubarrones se despejarán, por supuesto. Pero tendrán que remar y remar. Y más les vale.

Y una última guinda. ¿Cómo va a ser bien valorada la monarquía (me refiero a los grandes segmentos de población), si aquí nadie ha hecho nunca 'pedagogía' de la institución? Nadie ha explicado de manera continuada, atractiva y convincente, qué supone, qué representa, cuáles son sus virtualidades, qué tiene que ver con la historia de España, qué aporta el país... Es otra asignatura pendiente.

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