Alberto y Paola buscaron superar las tensiones internas de Bélgica invitando a cuatro mil personas a la fiesta por la presidencia belga de la UE

Fue una fiesta de magnificencia inusitada. Alberto y Paola de Bélgica acogieron a más de cuatro mil personas en su residencia oficial del palacio de Laeken para inaugurar el semestre de presidencia europea de Bélgica. En el acto no faltaron guiños a España.

Con motivo del comienzo del semestre belga en la presidencia europea, los reyes Alberto y Paola ofrecieron el pasado día 2 una recepción para cuatro mil personas, seguida de una fiesta con actuaciones musicales, en su residencia oficial, el palacio de Laeken, en las afueras de Bruselas.

Entre las cuatro mil personas había representantes de todas las clases y procedencias geográficas de Bélgica, de acuerdo con el empeño del rey de los belgas de ganarse los corazones de los ciudadanos de un país siempre sometido a tensiones territoriales, últimamente agravadas por el resultado de las elecciones del mes de junio, que han confirmado el ascenso del nacionalismo flamenco. Asimismo, la magnificencia de la fiesta parecía desmentir el presunto perfil bajo de la presidencia semestral belga.

Por parte española acudieron a la fiesta el ministro Miguel Ángel Moratinos, y distintos embajadores, tanto el bilateral como los acreditados ante diversas instituciones europeas. No asistió, en cambio, el secretario de Estado del ramo, Diego López Garrido.

Si el cuerpo diplomático permaneció en la Orangerie y el Jardín de Invierno –famosos hitos arquitectónicos de Laeken-, los ministros del Gobierno belga y los comisarios de la UE, así como las autoridades de la Eurocámara, estuvieron con los reyes en el interior del palacio. No faltaron a la cita Herman van Rompuy ni José Manoel Durao Barroso; tampoco el líder de los socialistas valones, Elio di Rupo. Sí se hizo notar, en cambio, la ausencia de Bart de Wever, el líder de la triunfante Nueva Alianza Flamenca.

Al término del cóctel, los invitados avanzaron por una alfombra roja de enorme longitud hacia un pabellón de arquitectura efímera para escuchar un recital del barítono belga José van Damme. Entre las piezas cantadas, además del himno europeo –el preludio del Himno de la Alegría de la Novena Sinfonía de Beethoven-, hubo frecuentes guiños a la presidencia saliente, la española, de modo que el público pudo oír fragmentos de Carmen o del Quijote de Massenet.

 

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