El príncipe Carlos, protagonista de la portada semanal de Country Life Magazine

El heredero a la Corona habla de la transformación de Sandringham House, una finca propiedad de la Familia Real Británica, en una zona ecológica

El príncipe Carlos de Inglaterra.
El príncipe Carlos de Inglaterra.

La casa de campo de 32 kilómetros cuadrados, cerca del pueblo de Sandringham, Inglaterra, pertenece a la Familia Real Británica. La casa se encuentra en la costa de Norfolk, una zona que destaca por su belleza natural.

En 2017, el Príncipe de Gales asumió la gestión de la finca de la Reina Isabel II, su madre. Al año siguiente, él y su equipo comenzaron a convertirla en un espacio totalmente orgánico. Durante el último año, la revista Country Life ha documentado el paso de Sandringham a empresa totalmente ecológica.

“Desde principios de los años ochenta, cuando asumí por primera vez la responsabilidad de gestionar algunas tierras por derecho propio en Highgrove, he querido centrarme en un enfoque de la producción de alimentos que evite el impacto del sistema convencional predominante de la agricultura industrializada, que, cada vez está más claro, está teniendo un efecto desastroso en la fertilidad del suelo, la biodiversidad y la salud animal y humana", dice el Príncipe a la periodista, Paula Lester.

El Príncipe confía en que un enfoque más holístico aportará innumerables beneficios ecológicos y comerciales a la finca de 21.000 acres situada cerca de King's Lynn, el apreciado refugio campestre de los monarcas británicos desde 1862.

Flujo constante de ideas  

“Tenemos que asegurarnos de que el uso de la tierra no se centre únicamente en la producción de alimentos, sino que se tenga plenamente en cuenta la creación de hábitats para la fauna", añade.

“En toda la finca damos importancia a los resultados ecológicos. Esto significa, en la práctica, la aplicación de medidas tales como evitar el cultivo en bloque y la provisión de árboles, setos, corredores de vida silvestre, cajas para pájaros y márgenes de campo, lo que implica una cuidadosa planificación, seguimiento y cartografía".

Como parte del programa, se ha introducido en la finca un rebaño de 3.000 ovejas, que proporcionan abono natural, así como nuevos árboles y otros cultivos. Algunos de los cultivos básicos de la finca han tenido que desaparecer -la remolacha azucarera, por ejemplo, no puede cultivarse de forma ecológica- y los cambios continuarán produciéndose durante los próximos años.

Hay un flujo casi constante de ideas, que discuto con el equipo de la finca, maravillosamente conocedor y sufrido", afirma el Príncipe. “Puede tratarse de fuentes innovadoras de abono orgánico, cultivos especializados, valor añadido mediante la conversión de los productos agrícolas en productos que se vendan en la tienda de la finca, restauración selectiva de hábitats para especies amenazadas y secuestro de carbono, así como las nuevas y cambiantes oportunidades en torno a la creación de un mercado de créditos de biodiversidad".

 

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