El duque de Edimburgo cumplió con el protocolo: se mantuvo apartado mientras Benedicto XVI y la reina Isabel II caminaban y charlaban

Benedicto XVI inició ayer su visita de Estado, de cuatro días, al Reino Unido. A su llegada al aeropuerto de Edimburgo, fue recibido al pie de las escalerillas del avión por el príncipe Felipe de Edimburgo, que, como le encargí la reina, acompañó hasta el coche oficial.

Benedicto XVI y sus acompañantes fueron conducidos hasta el palacio de Holyroodhouse, donde la Reina recibió al Pontífice en un estrado levantado delante de la residencia. En esa misma plataforma, el Papa presenció el desfile de la Guardia Real Escocesa.

Felipe de Edimburgo permaneció en el estrado cuando, al finalizar el desfile, el Pontífice y la Reina caminaron hacia el jardín para saludar a personalidades del país como el vice primer ministro, Nick Clegg, o el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams.

Ya dentro del palacio, Benedicto XVI obsequió a Isabel II con la copia de un Evangelio alemán que data del siglo VIII. Anfitriona y huésped hojearon juntos el manuscrito.

Tras la audiencia, el Pontífice y la Reina de Inglaterra pasearon por los jardines del Palacio a solas y pudiendo charlar de forma reservada, mientras, Felipe de Edimburgo permaneció un poco alejado, en un segundo plano, para permitirles charlar con total libertad.

 

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