Jorge Federico de Prusia se enzarza en querellas contra periodistas e historiadores alemanes

Un artículo del periódico francés Libération detalla las negociaciones del Príncipe con el Gobierno de Angela Merkel para la transferencia de propiedades de la casa dinástica de los Hohenzollern

FEde
El príncipe Georg Friedrich Ferdinand Prinz von Preußen es tataranieto del último emperador alemán, Guillermo II

Jorge Federico, descendiente de la dinastía de los Hohenzollern, está captando la atención de la opinión pública alemana —no precisamente para bien—y reavivado el interés histórico por su familia. Así lo relata en un articulo el periódico francés Libération.

El conocido por los realistas legitimistas como Jorge Federico I de Alemania lleva años reclamando los bienes de su familia que fueron confiscados por la Unión Soviética tras la Segunda Guerra Mundial. Pero la Ley de Indemnizaciones de 1994, tal y como indica el diario parisino, excluye cualquier indemnización para quienes "apoyaron activamente" a Adolf Hitler, como fue el caso de su bisabuelo, Guillermo de Prusia.

Stéphane Roland, corresponsal en Berlín del periódico, ha conversado con Sophie Schönberger, profesora de Derecho Público en la Universidad Heinrich-Heine de Düsseldorf. Para ganar su caso, "el Príncipe está llevando a cabo una estrategia para evitar que periodistas, historiadores y políticos lancen una mirada crítica sobre sus antepasados", sostiene la profesora. 

Más de 70 procedimientos judiciales 

El asunto ha llegado a la Asamblea Federal, el Bundestag. Con más de 70 procedimientos judiciales en su haber, el Príncipe de Prusia tiene en curso varias demandas contra medios de comunicación e historiadores alemanes. "Nunca se queja de los hechos de los que se acusa a su familia, a saber, la colaboración con el régimen nazi, sino de los detalles", añade la profesora.

El prusiano, apunta Libération, también negocia con las autoridades indemnizaciones y transferencias de propiedades. Ha amenazado con retirar piezas de los museos, como las joyas de la corona prusiana expuestas en el Palacio de Charlottenburg de Berlín.

Las autoridades, escribe el corresponsal Roland, le están demandando que retire sus denuncias contra periodistas e historiadores para reanudar los debates. "El resultado es que su acción se ha reducido a un ataque a la libertad de prensa, aunque la situación legal es muy complicada", señala Thomas Schmidt, corresponsal de cultura en Berlín de Die Zeit, cuya revista, apunta el periodista francés, ha sido igualmente demandada por el Príncipe. Estas exigencias están volviendo a la opinión pública alemana en su contra.

Joyas, arte y bienes inmuebles 

Al tataranieto del último emperador alemán le gustaría recuperar las joyas de la familia haciendo valer sus derechos frente al Estado Federal y los länders de Berlín y Brandeburgo, las antiguas regiones prusianas. La propiedad de todo tipo de objetos por valor de cientos de millones de euros, recuerda el medio francés, continúa en disputa.

El Príncipe, señala el artículo, también ha reclamado el derecho a instalarse Cecilienhof, el castillo de su familia que acogió la conferencia de Potsdam en agosto de 1945 y que había sido confiscado por los rusos. El escándalo ha despertado la curiosidad de los historiadores, que al hurgar en los archivos han descubierto el alcance de los compromisos de los Hohenzollern.

Hitler, Göring, Goebbels 

Guillermo II, su tatarabuelo, tuvo clara responsabilidad en el primer genocidio del siglo XX —el de los hereros y namas en Namibia, genocidio recientemente reconocido como tal por el Gobierno de Angela Merkel—, y Guillermo de Prusia, el bisabuelo y último heredero de la corona, fue firme partidario del nazismo.

 

Apoyó al Führer durante su campaña electoral de 1932 llevando el uniforme de la organización paramilitar nazi, SA, con una esvástica en el brazo. Se relacionó con Hermann Göring, figura destacada del nazismo, y también con Joseph Goebbels, el jefe de propaganda.

Christopher Clark, el historiador australiano al que la familia Hohenzollern encargó un informe sobre la época de Hitler, resumió la motivación de este bisabuelo comprometido con el nazismo con estas palabras: "el hombre era un maniquí".

  • El artículo original en francés de Libération puede leerse aquí.

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