Se exilió en 1889 con la proclamación de la república

La casa imperial de Brasil reivindica la monarquía en plena crisis institucional

El príncipe Bertrand de Orleans y Braganza ha reafirmado la utilidad de la corona para resolver la división nacional y se ha dejado ver en las manifestaciones contra Rousseff

Una manifestante se hace una foto con el príncipe Bertrand Orleans y Braganza.
Una manifestante se hace una foto con el príncipe Bertrand Orleans y Braganza.

Casi 130 años después de la instauración de la república en Brasil a consecuencia de un golpe de Estado, el debate sobre la forma de Estado ha resurgido con fuerza recientemente en el marco de las protestas callejeras contra Dilma Rousseff y la crisis institucional provocada por la destitución de la presidenta. Los representantes de la casa imperial están reivindicando el papel de la corona.

Brasil lleva más de un año agitada por protestas en la calle contra el gobierno de Dilma Rousseff y contra el Partido de los Trabajadores por los casos de corrupción que se fueron destapando y que afectaban a dirigentes de las formaciones políticas que sustentan el ejecutivo.

Las investigaciones comenzaron a cercar el ex presidente Lula da Silva, al que su sucesora, Rousseff, nombró jefe de su gabinete para protegerle. Las protestas callejeras de las últimas semanas desembocaron finalmente en la destitución de Rousseff por el Senado, que nombró un nuevo gobierno.

En medio de esta crisis institucional, política y social que sacude Brasil, los miembros de la casa imperial de Brasil han retoma su reivindicación de restaurar la monarquía. Éste fue expulsada del país en 1889, mediante un golpe de estado militar que proclamó la república y provocó el exilio de la familia imperial.

Banderas del imperio en las manifestaciones

Quien más activo se está mostrando en reivindicar la monarquía es Bertrand de Orleans y Braganza, príncipe imperial y segundo en la línea de sucesión, que ahora mismo ejerce de cabeza visible de la casa imperial ante el mal estado de salud del jefe de la casa, su hermano mayor Luis.

El príncipe Bertrand se ha dejado ver en los últimos meses en varias de las manifestaciones de protesta contra el gobierno de Dilma Rousseff. Su hermano menor, Antonio, también ha aparecido en concentraciones en las que ya es habitual ver banderas imperiales: en vez del globo azul, tiene en el centro el escudo del imperio.

En las últimas semanas, Bertrand ha concedido varias entrevistas a medios de comunicación brasileños que vuelven a tener interés en la monarquía. El príncipe imperial se ha mostrado muy claro: la monarquía “es la única solución” ante lo que denomina el fracaso de la república presidencialista que rige Brasil, y que según dice ha provocado corrupción y poco apoyo popular.

El “portavoz” de la casa imperial también está destacando la etapa de estabilidad y progreso que vivió Brasil durante el llamado “Segundo Reinado”, de 1840 a 1889. Para él, la monarquía garantizaría la unidad, estabilidad y continuidad que requiere Brasil.

Bertrand de Orleans y Braganza apuesta ahora por recuperar una monarquía parlamentaria, y cita repetidamente como modelo el Reino Unido y a la reina Isabel II como ejemplo de cómo un rey puede ser símbolo de unidad respetado por casi todos los partidos y la gran mayoría de los ciudadanos.

De otra rama de la familia, João Henrique de Orleans y Braganza también ha participado en las manifestaciones y aunque es menos contundente en pedir la reinstauración de la monarquía, sí destaca que el poder moderador que podría ejercer un rey o emperador como jefe de Estado sería superior al de un presidente de la república.

 

Las ventajas de la monarquía

La casa imperial brasileña asegura que cada vez está consiguiendo más simpatizantes, tanto en las redes sociales como en las calles, donde saludan y felicitan a Bertrand y a otros príncipes. En la web y el perfil de Facebook de la casa imperial repiten argumentos en favor de la monarquía.

Por ejemplo, destacan que muchos de los países más desarrollados del mundo tienen este sistema parlamentario: además del Reino Unido, citan a Suecia, Australia y Japón. También destacan que un monarca tiene mayor independencia e imparcialidad, al no deber el puesto a favores de nadie; de ahí que pueda mediar de forma más libre en cuestiones de Estado, e incluso pueda hacer de “salvaguardia del pueblo” ante eventuales desmanes del gobierno: “El emperador es de todos y para todos”, sentencian.

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