Funeral en Madrid por el alma de la princesa María Cristina de Borbón-Parma

Ayer martes se celebró en la Iglesia de San Agustín de Madrid un funeral por el eterno descanso de la princesa María Cristina de Borbón-Parma, fallecida en Viena el primero de septiembre a los 84 años de edad, hija de Elías de Borbón, duque de Parma y Piacenza, y de su esposa la archiduquesa María Ana de Austria-Teschen.

A esa Santa Misa de difuntos asistió su hermana la princesa Alicia de Borbón-Parma, Infanta de España, así como los hijos de ésta, el príncipe Carlos de Borbón-Dos Sicilias y Borbón-Parma, Infante de España y Duque de Calabria, acompañado de su esposa la princesa Ana, Duquesa de Calabria y hermana del actual Conde de París, así como la princesa Inés de Borbón-Dos Sicilias, duquesa de Siracusa, la princesa Teresa de Borbón-Dos Sicilias, duquesa de Salerno y su marido Íñigo Moreno y de Arteaga, marqués de Laula, el príncipe Pedro de Borbón-Dos Sicilias y Orleáns, duque de Noto y su esposa la princesa Sofía, la princesa Cristina de Borbón-Dos Sicilias y Orleáns, y su marido Pedro López-Quesada y Fernández-Urrutia, además de otros miembros de la familia de la princesa María Cristina, descendientes de su hermana la Infanta Alicia.

Entre los asistentes se encontraban también las princesas Cristina y Tessa de Baviera –hijas del Infante José Eugenio- el Conde José Zamoisky y Borbón-Dos Sicilias –hijo de la Infanta Isabel Alfonsa-, Victoria Figueroa y Borbón, marquesa viuda de Tamarit, Lucía de la Peña y González-Camino, duquesa viuda de Maura, Julio Prado y Colón de Carvajal y su esposa María Isabel Pardo-Manuel de Villena y Verástegui, condes de la Conquista, el embajador Carlos Abella y Ramallo, gran canciller de la Sacra y Militar Orden Constantiniana de San Jorge, José María Henríquez de Luna y Medrano, de la Orden Militar de Alcántara, de la que el Infante Don Carlos es Comendador Mayor, Carmen Fernández de Araoz y Marañón, señora de Urquijo Chacón, Juan José de Zúñiga y su esposa Catarina Kossuth, Florencio Álvarez-Labrador y Sanz, el que esto escribe y otras muchas personas que, concluida la ceremonia expresaron una a una sus condolencias a la hermana y a los sobrinos de la princesa fallecida.

El celebrante después de orar por quienes nos han precedido en el camino de la Fe, hizo hincapié en el hecho de que –como reza el Prefacio de Difuntos- la vida de los que creemos en Cristo no termina sino que se transforma, y al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo. Recordó las palabras del Libro de la Sabiduría que afirma que “Las almas de los justos están en las manos de Dios y no les alcanzará tormento alguno” y lo que el evangelista San Juan nos cuenta en su relato sobre la visita del Señor a Marta y María, hermanas de Lázaro, resucitado por obra de Dios.

Citó a San Juan de la Cruz y a Santa Teresa de Jesús, cuando dice: “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia, todo lo alcanza; quien a Dios tiene, nada le falta: sólo Dios basta.”, acabando con una referencia al Salmo 22 que canta: “Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tu vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan.” Que Dios tenga en su gloria a S.A.R. la Princesa María Cristina de Borbón-Parma a quien el sacerdote celebrante definió como una persona abierta y caritativa, pendiente siempre de donde había necesidad para socorrerla y aliviarla.

Amadeo-Martín Rey y Cabieses

 

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