La silla de ruedas del rey

Tras las recientes operaciones de rodilla y de cadera, don Juan Carlos se negó a utilizar un bastón para ayudarse al caminar. Sin embargo, ahora ha tenido que echar mano de una muleta, después, como se ha visto en Cádiz, de dos, y finalmente de la silla de ruedas que le facilitaron al final de la Cumbre Iberoamericana.

El rey ha aguantado todo lo posible sus dolencias, a pesar de que el consejo médico era que debía volver a pasar por el quirófano para operarse de la otra cadera, precisamente hasta la celebración de esa cumbre y a la visita oficial de Dilma Roussef. Y el esfuerzo que ha realizado ha sido evidente.

El propio don Juan Carlos ha deseado quitar hierro a esa nueva cita con el quirófano, anunciándolo personalmente y, recurriendo a su peculiar estilo desenfadado, hablando, ante una concurrencia tan destacada como los jefes de Estado y de gobierno de Iberoamérica, de que tiene que 'pasar por el taller'.

El rey está empeñado en enviar el mensaje de que sus únicos problemas de salud tienen que ver con la movilidad, con las extremidades inferiores más en concreto, y que fuera de eso, por lo que refiere al resto de su organismo, la normalidad es la tónica.

Y sigue en sus trece de mantenerse al timón de la nave: no quiere oír hablar de abdicaciones. Por eso, si hiciera falta, hasta continuaría el frente del país en silla de ruedas. Cosa que muy probablemente no va a ocurrir.

 

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