Los reyes de Suecia, entre los banquetes de palacio y una pizza en una plaza pública

Anualmente, el 10 de diciembre, en la Sala Azul del Ayuntamiento de Estocolmo se ofrece un banquete en honor de los Premios Nobel.El menú se guarda en secreto hasta el último momento. A las 19 horas en punto, los huéspedes de honor, presididos por los reyes de Suecia, bajan a la sala donde ya están sentados todos los demás invitados.

El primer brindis se pronuncia por el monarca, el segundo, en recuerdo de Alfredo Nobel. Acto seguido, se da a conocer al público el secreto del menú.

En el último banquete Nobel, en diciembre de 2010, a los invitados se les sirvió galantina de pato con manzanas, calabaza, vegetales encurtidos y gelatina sazonada, turbot frito con ensalada de invierno con rebozuelos y salsa de colas de toro con trufas.

De postre se ofreció crema de Baviera con chocolate de leche y naranjas, aromatizada con licor Gammeldansk Bitter y servido con ensalada de naranjas. Como es habitual, el banquete en honor a los premios Nobel fue inaugurado por el rey de Suecia Carlos XVI Gustavo.

Este monarca, que gobierna su país desde el año 1973, llegó a ser el representante más joven de la dinastía de los Bernadot en subir al trono. Su reinado empezó bajo la consigna "Para Suecia, al paso con el tiempo". El monarca sueco, aparte de los banquetes Nobel, emprende también otros agasajos: por ejemplo, los banquetes oficiales en el Palacio Real de Estocholmo.

Así, entre los 150 invitados de la cena oficial que los reyes ofrecieron el 24 de febrero de 2011, en la galería Carlos XI estaban presentes miembros del cuerpo diplomático, parlamento sueco, gobierno, de la ciencia, cultura, deporte y negocios.

La comida para este banquete real se prepara en un restaurante, ubicado al lado de la Opera, puesto que la cocina palaciega resulta insificiente para tal cantidad de invitados. El banquete se inició con pechuga de pato con sazonamiento Dijon y ensalada de alcachofas de Jerusalem con granada.

Luego ofrecieron filete de pez mono con cebolla shalot crujiante, lenteja puy, aceite aromatizado y con repollo pequinés estofado. Acto seguido, llegó el turno de filete de vaca con hígado de pato frito, trufa negra, espinaca y salsa de madera. La cena culminó con un postre de chocolate, servido con pannacotta de guinda y sorbete de chocolate.

Otro solemne banquete, ofrecido en junio de 2010 por los reyes en honor del casamiento de la princesa real Victoria y el príncipe Daniel en la Sala de Estado del Palacio Real, también quedará en la memoria de sus participantes. Justo 34 años antes, en el mismo día se celebró la boda de Carlos XVI Gustavo y Silvia.

Al seleccionar subiertos de plata, porcelana y cristal, la idea fue presentar todas las generaciones de la dinastía sueca gobernante de los Bernadot: desde Carlos XIV Yujan y la reina Desire hasta los monarcas de la actualidad.

 

El menú incluía lobster noruego desde la costa occidental, servido con trufas de verano y caviar de trufas, bacalao encurtido con cítricos, con gelatina de pepinos y sopa fría de guisantes. Luego seguía trucha de corriente con hierbas, huevos de codorniz pachot, espárrago verde y remolacha.

A continuación, solomillo de ternera con cheaps de chalot frito, patatas graten con queso, zanahoria con timián y salsa de estragón y remolacha blanca. El banquete concluía con espumilla de fresa con ruibarbo y helado de vainilla con chocolate blanco.

Finalizado el banquete, se sirvió la torta de casamiento, regalada por la Asociación Sueca de panaderos y confiteros, cuya altura fue de 3 metros 30 centímetros, teniendo entre sus ingredientes trufas con champaña y compota de fresa forestal.

Con todo eso, los monarcas suecos en su vida habitual son muy modestos. La historia les ocurrió en verano de 2011 en un restaurante alemán "Estrella de Oro" en la ciudad de Ladenburgo lo comprueba. Carlos XVI Gustavo con su esposa Silvia no fueron admitidos en este restaurante, porque la dueña no reconoció en esta pareja a invitados VIP.

Según comentaba después la propietaria del sitio, aquel día en este restaurante se celebraba una boda y no había plazas libres. "Sean ustedes reyes o porteros, no teníamos simplemente mesas libres y suficiente mano de obra en la cocina, de modo que nuestras manos estaban atadas", expresó ella, al reconocer a la vez que en realidad no reconoció a los monarcas en estos visitantes.

"No tengo tiempo para leer revistas brillantes, por eso no había reconocido a la pareja real". Como consecuencia, Carlos XVI Gustavo y la reina Silvia tuvieron que satisfacer su hambre por una pizza en la plaza de mercado.

Darío Silva D'Andrea

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