Las prisas del rey

Está claro que el rey quiere dar señales de vida (nunca mejor dicho) cuanto antes. Ni dos meses ha tardado en su reaparición pública, con la audiencia del lunes al Premio Cervantes de este año, Caballero Bonald, y el martes al primer ministro eslovaco.

Desde La Zarzuela reconocieron en su momento que el vago y amplio plazo anunciado para la recuperación de la doble operación de cadera, que iba de dos a seis meses, se había fijado para no pillarse los dedos. Es decir, para que no ocurriera lo que en la anterior intervención, en la que se comunicó un periodo demasiado corto para la normalización de su trabajo, hubo una incorporación precipitada, y como consecuencia el monarca sufrió una recaída.

Así pues, se habló de entre dos y seis meses como medida de prudencia, y resulta que don Juan Carlos ha recuperado la agencia oficial de actos incluso antes de esa primera barrera de los dos meses: en siete semanas nada más.

Nada obligaba, en principio, a un adelanto así. Por tanto, si se ha producido, es por la voluntad del rey de normalizar cuanto antes su trabajo en la jefatura del Estado.

Porque no ha sido una reincorporación tan 'normal'. El perfil de esas dos primeras audiencias ha resultado bastante peculiar: en el despacho del monarca, con el rey de pie y sin muletas pero sin dar un solo paso. Y con el sillón a unos centímetros de distancia para, inmediatamente y sin desplazamientos, sentarse a celebrar la audiencia.

Por esos detalles, es evidente que don Juan Carlos no se encuentra plenamente recuperado. Entonces, ¿a qué vienen las prisas? Hay que atribuirlo, insisto, a la decidida voluntad del rey del lanzar a la ciudadanía un mensaje en la línea de "no estoy acabado, ni mucho menos".

Porque, además, no solamente ha comparecido antes de plazo, sino que el lunes se le escuchó el comentario expreso de que pronto estará "dando guerra". Otra frase no improvisada, con la que ha remachado el mensaje anticipado de que vuelve a estar plenamente operativo.

Opino que no hacía falta tan rápida reincorporación. O tal vez sí. Porque hay que suponer que don Juan Carlos maneja datos más precisos sobre la urgencia o no de retomar el mando. Y por lo visto la había. Aunque no sepamos exactamente por qué.

 

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