Argentina y la Casa de Borbón, una monarquía que disfruta de esta tierra

La infanta Isabel disfrutó de un "baño de multitudes" sin precedentes en su paso por Argentina, hace cien años. El rey don Juan Carlos se animó a visitar Argentina durante un tiempo en que ningún jefe de Estado lo hacía, y atrevió a hablar democracia y libertades individuales ante uno de los dictadores más sanguinarios que tuvo este país. Ahora, el príncipe don Felipe puso su "dosis de sangre azul" en la asunción de Cristina de Kirchner, presidenta de un país que siempre disfrutó de las visitas reales Borbónicas.

Por quinta vez, don Felipe ostentó la representación oficial de España en la asunción de un jefe de Estado argentino, en un acto que viene a reconfirmar las estrechas relaciones de esta república sudamericana con España y la Casa de Borbón.

El príncipe llegó a Buenos Aires el viernes. Asistió a un almuerzo privado con políticos e intelectuales argentinos en la residencia del embajador español en Buenos Aires. A modo de consigna, el diplomático español propuso que cada uno de los 12 argentinos invitados -entre políticos, empresarios, periodistas y hombres de la cultura- diera un discurso ante el príncipe sobre su visión de la Argentina.

A modo de conclusión, el príncipe Felipe habló de los lazos afectivos que unen a ambos países, y se refirió a que toda la región tiene como desafío futuro explotar el potencial económico y comercial con España y con Europa. Además, afirmó estar feliz en una Buenos Aires sin tránsito vehicular, debido a que su estadía en la ciudad coincidió con la "mini vacación" de cuatro días que vivía Argentina.

Ese mismo día, se reunió con integrantes de la colectividad española en una recepción organizada en la embajada, y por la noche asistió a la cena que Cristina Fernández ofreció a los mandatarios extranjeros desplazados para su toma de posesión. Al otro día, sábado 10, don Felipe ocupó la primera fila de la tribuna de presidentes extranjeros en el Congreso Nacional, y más tarde fue recibido por Cristina de Kirchner en la parte más moderna de la Casa Rosada -sede del Poder Legislativo- ante la plaza dedicada a Cristóbal Colón.

Las relaciones España-Argentina vienen de lejos, desde que los primeros visitantes españoles fundaran Buenos Aires, pasando por el Virreinato del Río de la Plata. Nunca, sin embargo, existió un contacto tan entrañable y fuerte entre los argentinos y la Casa de Borbón, como cuando hace 101 años la infanta doña Isabel de Borbon -"La Chata"- visitó Buenos Aires en representación de la Corona por los actos por el Centenario de la Revolución de Mayo. Su visita sirvió, además, para romper con la tirantez diplomática existente entre ambas naciones desde que, en mayo de 1810, las Provincias Unidas del Sur se proclamaran independientes del Reino de España.

En 1978, tres años después de ascender al trono, don Juan Carlos y doña Sofía realizaron su primera visita a la Argentina, en un viaje de marcadísimo tinte político. Se trató del cuarto viaje de los monarcas a Latinoamérica, pero la primera vez que un rey de España visitaba este país, gobernado entonces por una Junta Militar, presidida por el general Jorge Rafael Videla. Los argentinos recibieron con respeto y entusiasmo la visita de la pareja real, que ya comenzaba a perfilarse como garantía de la estabilidad política y democrática de España, y empezaba a ganarse el respeto mundial.

Los medios mundiales elogiaron al rey don Juan Carlos, quien, consciente de la situación delicada que vivía Argentina, abogó directamente ante el dictador Videla por el respeto a la dignidad y los derechos humanos. Su presencia despertó una clase entusiasmo que no se veía hacía tiempo y los titulares de los periódicos españoles del 28 de noviembre dan buena muestra de este calor popular: "Buenos Aires: indescriptible entusiasmo por la visita de los Reyes" (ABC); "Argentina: miles de personas rompen el protocolo para acercarse a los Reyes de España" (La Vanguardia); "Apoteósica acogida" (Ya).

Juan Carlos, en el discurso pronunciado en la cena de bienvenida que le ofreció Videla, tuvo el valor de recordarle la modélica transición española: "El Estado que queremos no es el de unos españoles impuesto a otros españoles, sino el Estado de todos, de forma que, en su seno, general, puedan convivir todas las opciones y alternativas políticas... El cambio es siempre posible a través de medios pacíficos, ya que los problemas aludidos pueden ser planteados y resueltos políticamente. De la misma manera, estamos convencidos que el orden político y la paz social no pueden tener otros fundamentos que la dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes y el respeto por la ley. Porque el orden puede y debe ser construido y defendido con procedimientos basados en los fines humanos del poder".

Las dudas que pudieran todavía existir sobre el significado del viaje de Juan Carlos quedaron disipadas ni bien terminó su primer discurso. El rey no había viajado a Buenos Aires a consolidar una dictadura, ni a elogiar a sus gobernantes. Sus palabras en defensa de la Constitución española y del proceso de transición de España hacia la democracia constituyeron un mensaje clarísimo sobre sus propósitos.

 

Los reyes visitaron entonces la Casa Rosada, y Su Majestad recibió las llaves de la ciudad de manos del intendente Osvaldo Cacciatore. Además, fue nombrado doctor honoris causa de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Posteriormente, fueron agasajados en la quinta de Olivos y en el Concejo Deliberante y recorrieron centros asistenciales de la colectividad española. Antes de su partida visitaron la provincia de Misiones y una estancia en San Antonio de Areco.

La noche del 27 de noviembre, los reyes fueron homenajeados en el Concejo Deliberante de Buenos Aires, ocasión que dio pie a uno de los hitos más recordados del viaje: el robo de una capa rosada de seda natural, propiedad de la reina Sofía. El escándalo fue tal que el caso llegó a la Corte Suprema argentina. El caso se cerró al otro día, cuando la señora Julia Sundblad de Beccar-Varela - dama de la alta sociedad porteña y casada con un entusiasta de la dictadura- restituyó el chal alegando que lo había "tomado distraídamente". La señora pidió disculpas a doña Sofía y ella, toda una reina, le hizo llegar a su domicilio un reloj de mesa para que lo tuviese como recuerdo de la visita real.

En junio de 1980, la reina Sofía visitó por tres días el país para participar de los festejos con motivo del IV centenario de la segunda fundación de Buenos Aires. El tercer viaje fue en plena democracia. Era abril de 1985, y gobernaba el país el presidente radical Raúl Alfonsín. En esa visita, el rey Juan Carlos se reunió con la colectividad española, recibió a familiares de ciudadanos de ese país desaparecidos durante el gobierno militar, muchos de los cuales habían presentado demandas contra el Estado argentino.

Por otra parte, en aquella visita el rey Juan Carlos habló ante la Asamblea Legislativa y recibió el doctorado honoris causa en la Universidad de Belgrano (UB). Los monarcas participaron de agasajos en Olivos y en el Concejo Deliberante e inauguraron el Parque España en Rosario. Finalmente visitaron las Cataratas del Iguazú, y luego partieron.

En mayo de 1992 se produjo la cuarta visita, que en esta ocasión se prolongó durante dos días. Nuevamente, vino sólo la reina Sofía, que llegó acompañada por su prima, Tatiana Radziwill. La soberana hizo compras por la avenida Santa Fe, firmó convenios y recorrió en carruaje la Avenida de Mayo junto con el entonces intendente, Carlos Grosso. Además, visitó a Carlos Menem en Olivos y concurrió a una función de gala del Teatro Colón.

La última estadía de los reyes en el país fue en octubre de 1995. El rey Juan Carlos fue a la ciudad patagónica de Bariloche, en el marco de la V Cumbre Iberoamericana, en la que también estuvo presente el jefe del gobierno español de aquellos años, Felipe González. Los reyes volvieron a pisar suelo argentino en noviembre de 2003, cuando fueron recibidos por el presidente Néstor Kirchner, y por sexta vez en noviembre de 2004 para participar en el III Congreso Internacional de la Lengua Española, en la ciudad de Rosario.

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