Patrimonio Nacional no plantea utilizar más carruajes de los tres que en la actualidad se emplean para las presentaciones de credenciales diplomáticas

La colección es única en el mundo por la cantidad, variedad, calidad y antigüedad de vehículos conservados en perfecto estado

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Berlina de gran gala empleada para en la ceremonia de presentación de cartas credenciales en el Palacio Real

Patrimonio Nacional dispone de una fastuosa colección de carruajes reales, que en su mayoría proceden de los bienes privados de los Reyes de España. Hoy en día, se emplean tres de estos carruajes —de un total de 153— para el acto de presentación de cartas credenciales que realizan los diplomáticos extranjeros en el Palacio Real de Madrid.

Dado que un embajador es el máximo representante de su Jefe de Estado en los países foráneos, en torno al acto de presentación de credenciales ante el Rey —el Jefe del Estado español— se ha construido un ceremonial solemne, que implica carrozasguardias realesalabardas himnos.

El ceremonial estándar es el siguiente: un nuevo embajador en España acude desde su embajada o lugar de residencia en Madrid al Palacio de Santa Cruz, la sede 'clásica' del ministerio de Asuntos Exteriores. Allí le espera uno de esos carruajes, que parte desde Santa Cruz para realizar por la vía pública el corto recorrido que le conduce hasta el Palacio Real, donde le espera la Guardia Real y un grupo de lacayos vestidos a la Federica, es decir; con casaca y camisa con chorreras (moda del siglo XVIII).

Pompa, circunstancia y deber  

Durante la Segunda República se suprimió este acto. Tras la guerra civil se recuperó a los jefes de protocolo de Alfonso XIII para instaurarlo de nuevo. La ceremonia, que era habitual en el conjunto de Europa, a día de hoy, además de en España, se mantiene en el Reino Unido y Suecia.

Pero más allá del glamour que rodea a estos vehículos, lo cierto es que también acarrean consigo toda una serie de inconvenientes. Fuentes próximas a Patrimonio Nacional señalan para Monarquía Confidencial que “requieren de un mantenimiento constante, desde la tapicería a los atalajes, pasando por sus bronces. Además, incluyen dos inconvenientes extras: la escasa comodidad —se balancean mucho— y los problemas de seguridad, dado que en este punto no tienen comparación con un coche moderno, con su blindaje, tecnología y velocidad”.

Este periódico también ha conversado con embajadores extranjeros que han vivido en primera persona la utilización de estos vehículos. Describen así la experiencia: “corroboro tanto su incomodidad como el innegable aire de solemnidad que aportan. Su interior está muy cuidado, con tapicería de finales del siglo XVIII, comienzos del XIX. Entrar en el Palacio Real mientras se oye el eco de los cascos de los caballos y la Guardia Real interpreta tu himno nacional —con absoluta perfección musical, por cierto— es una experiencia sorprendente, difícil de olvidar, y todo un llamado de atención para realizar correctamente la labor que a uno le van a encomendar”.

Hasta los años noventa estos 153 vehículos se exponían en el antiguo Museo de Carruajes. Ahora están reunidos en el Palacio Real, a la espera de que se inaugure el nuevo Museo de Colecciones Reales, donde los carruajes de nuevo volverán a exponerse al público. 

 

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