Patrimonio Nacional conserva una almohada del primogénito de Alfonso X

La pieza fue hallada en el sarcófago del infante

Almohada del Infante D. Fernando de la Cerda

El sepulcro, actualmente situado en la nave de Santa Catalina, conserva su policromía con escudos enmarcados en octógonos de Castilla y León intercalados con las armas del reino de Aragón. A partir del S. XVI ya se conocen noticias de tímidas incursiones realizadas en algunas tumbas del panteón, pero el saqueo más importante fue llevado a cabo por las tropas napoleónicas durante la guerra de la Independencia. 

De todo el conjunto, el único sarcófago que logró salvarse de aquella profanación fue el del infante Fernando de la Cerda, por encontrarse situado detrás del de su hijo, Alfonso de la Cerda. El ajuar que se extrajo de su tumba ha sido clave para conocer cómo se enterraba a los reyes de la corona de Castilla. La pieza objeto de este estudio fue hallada en el sarcófago del infante cuando se procedió a su apertura en 1943. Se trata de una de las tres almohadas sobre las que reposaba su cabeza. 

Historia hispano-árabe

De manufactura hispano-árabe, está bordada sobre un tejido muy fino a “punto de pleita” con hilos de seda de varios colores y además estaba rellena de plumas. Una de sus caras está decorada con dieciséis cuadrículas irregulares, jaqueladas, donde campean flores de lis, leones rampantes y águilas explayadas, más unos leoncillos y palomas repartidos en triángulos; la otra cara, distribuida en treinta cuadrados más pequeños, repite treinta figuras de reyes con ropajes de aspecto heráldico, que sostienen flores de lis o el globo imperial en sus manos, y palomitas a los lados, sobre fondo marrón claro y verde. En la parte inferior, lleva enmarcado el abecedario en letras góticas (ABCDEFGHIKLNMOPQRSTVYZ). 

A continuación, aparece también en letra gótica “VSEIN” transcripción del nombre árabe del bordador HUSAIN. Todo el perímetro va rematado por un cordón de color grisáceo, realizado a punto de “pleita “, cuyos hilos se prolongan en las cuatro esquinas a modo de borlas. 

Manuel Gómez Moreno ha catalogado esta pieza como uno de los escasos ejemplares de bordados de esta época junto a la almohada del arzobispo D. Rodrigo Ximénez de Rada. 

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Restauración de una extrema fragilidad

Durante el estudio previo al tratamiento de restauración no parecía que esta obra se encontrase en un estado tan debilitado como después se hizo patente, ya que la intervención realizada por la comunidad de religiosas del monasterio en el momento de apertura de los sarcófagos ocultaba su estado real e impedía comprobar la magnitud de los daños. La almohada, aunque presentaba restos de suciedad, había sido lavada y se le había colocado un forro de tejido de algodón, y se había rellenado su interior con virutas de corcho. 

Todo ello se realizó sin ningún criterio científico pero a pesar de todo, la intervención no ha perjudicado la pieza. El problema más importante que presentaba la almohada era la pérdida total del soporte sobre el que se había ejecutado el bordado. Solamente quedaban algunas fibras como testigo en la parte interior del “punto de pleita”. 

Este hecho hacía peligrar su integridad estructural, como se puede apreciar en numerosas aberturas verticales que podemos ver en toda la superficie. En dos de sus lados, la desintegración del bordado había provocado que los hilos de seda aparecieran enmarañados. 

Se observaban, de igual modo, restos de pieles y de plumas adheridos, deshidratación de las fibras y pérdida de color en las zonas que habían estado en contacto con el cadáver.  Después de realizar la documentación fotográfica y de tomar las muestras de fibras para el análisis en el laboratorio, se ensayó la resistencia de los colorantes empleados en la tinción de los diferentes hilos a la inocuidad del agua. Para llevar a cabo el desmontaje de la pieza fue necesario desprender el cordón que remata el perímetro en dos lados de la almohada. 

A medida que se avanzaba en el trabajo de restauración se hacía patente la extrema fragilidad de la pieza. Por este motivo, para aplicar el tratamiento de limpieza, una vez que, con sumo cuidado, se eliminaron las antiguas intervenciones, fue necesario proteger el bordado con un tul y así se pudo someter a una limpieza con agua desmineralizada y un tensioactivo neutro. 

Después de eliminar las deformaciones, se colocó un soporte general de lino, teñido con colorantes CIBA- GEYGY , para consolidar y reintegrar toda la superficie del bordado; la fijación se realizó con hilos de seda mediante unas pasadas que recorren el eje central del punto de pleita. Los hilos sueltos se colocaron simulando líneas verticales. 

También se confeccionó una funda de algodón que se colocó en el interior de la almohada y se rellenó con dos láminas de miraguano en forma cuadrada, en las que se introdujo más relleno para conseguir el volumen que necesitaba la pieza. Después se cerraron los laterales y se volvió a colocar el cordón que cubría todo el perímetro. 

Actualmente la almohada se expone en el Museo de Telas del Monasterio de las Huelgas.

Origen vallisoletano

El infante D. Fernando de la Cerda primogénito del rey Alfonso X y Violante de Aragón, nació en Valladolid en 1255 y murió en Ciudad Real en 1275, cuando dirigía una campaña militar contra los nazaríes de Granada. El cadáver del infante fue enterrado en el panteón de los reyes de Castilla, fundado por Alfonso VIII y Leonor de Plantagenet en 1187.