Felipe VI evita mediar entre Sánchez y Feijóo para que no le acusen de “poner la alfombra al Gobierno”

Unidas Podemos ha pedido que el rey intervenga, pero La Zarzuela ha concluido que detrás se esconde una “trampa” de la izquierda

Pedro Sánchez y Felipe VI. Foto de archivo.
Pedro Sánchez y Felipe VI. Foto de archivo.

La distancia entre el Gobierno y el PP de cara a retomar las negociaciones para renovar el CGPJ es casi insalvable. Con uno de los poderes del Estado envuelto en una crisis institucional sin precedentes, Zarzuela, sin embargo, se resiste a que Felipe VI ejerza de mediador para tratar de desencallar un conflicto con visos de cronificarse.

Hace ya diez días, el Partido Popular anunció por sorpresa que rompía las negociaciones con el Gobierno para renovar el Consejo General del Poder Judicial, cuando hasta ese momento se daba como prácticamente hecho un acuerdo entre los dos grandes partidos.

La Corona es un poder moderador sin funciones ejecutivas, pero sin embargo el jefe del Estado, pese a la neutralidad a la que se debe mandatado por la Constitución, tiene cierta capacidad para propiciar un diálogo entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo que, en su caso, pueda desatascar el actual bloqueo. 

El artículo 56 de la Carta Magna recoge que “el rey arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones”.

Un riesgo para Felipe VI

Unidas Podemos y medios de izquierdas han lanzado en los últimos días el mensaje de que el rey debería mediar para que el PP se avenga a un acuerdo que permita renovar el CGPJ. Incluso han reprochado al monarca que no esté cumpliendo ese papel de “arbitrar el funcionamiento regular de las instituciones”. 

Según ha podido saber Confidencial Digital, por fuentes con acceso a La Zarzuela, la Casa del Rey ha valorado la posibilidad de una mediación como la sugerida. Y ha concluido que, con una iniciativa así, Felipe VI corre serio riesgo de desgastarse

Incluso lo ven como “una trampa”, porque no faltarían quienes proclamaran, desde distintos altavoces -incluidos los que lanzado la propuesta-, que, con esa intervención, el monarca había colocado una “alfombra” a Pedro Sánchez; es decir, había querido echarle una mano para sacarle del atolladero en que se encuentra el Gobierno con el bloqueo de la Justicia. 

En periodo electoral 

Por si fuera poco, España se encuentra prácticamente inmersa ya en una nueva y prolongada campaña electoral. Faltan siete meses para que se celebren las elecciones municipales y autonómicas, e inmediatamente después llegará la campaña de las generales. 

En Zarzuela también tienen en cuenta que, cuando los partidos, y sus líderes, se embuten el uniforme de campaña, queda descartado cualquier gesto de condescendencia, acercamiento y comprensión hacia el enemigo. 

 

Más bien al contrario, lo que toca es la batalla total, el enfrentamiento, la descalificación y la demonización del rival

Moncloa no le ve claro

Por lo que se refiere a la Presidencia del Gobierno, en Moncloa descartan también una mediación del rey. Consideran que Sánchez no ‘puede’ aceptarla, porque acudir ahora a ese recurso equivaldría, desde su punto de vista, a reconocer que el presidente “necesita” ayuda, que él no puede con todo, que no es capaz en solitario de arreglar el enorme desaguisado.

Dan por hecho, además, que Feijóo no retrocederá un solo paso, después de haberse echado atrás con el argumento de la rebaja del delito de sedición. 

En el equipo del líder del PP, por su parte, admiten también, en privado, que un intento de arreglo “no le interesa”. Le ‘conviene’ más dejar a su rival cociéndose en su propia salsa y que, ya que ha creado el problema, lo pague hasta el final. Algo que, en su opinión, le conducirá en 2023 a ganar las elecciones. 

Los mensajes de Juan Carlos I 

Son varias las ocasiones en las que el jefe del Estado ha ejercido la función constitucional de árbitro y moderador

En ámbitos políticos se recuerda que Juan Carlos I era proclive a lanzar este tipo de mensajes soterrados a los políticos, como cuando se dirigió a los líderes de los dos grandes partidos para pedirles que se reunieran y trabajaran al unísono en la solución de la crisis económica de 2008, consciente de las penurias que estaban atravesando los españoles. Algunos de esos mensajes ni siquiera fueron públicos. 

Una de esas veces, el rey llegó a convocar en La Zarzuela, sucesivamente, al entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y al líder de la oposición, Mariano Rajoy, para plantearles la conveniencia de unir esfuerzos. 

Se les trasladó que resultaba suficiente con dejarse ver juntos, fotografiarse dándose la mano, para que los españoles entendieran que ambos, de común acuerdo, se ponían a la tarea. Y que eso lanzaría al mundo económico, a los emprendedores, un mensaje de esperanza que habría movilizado sus energías y provocado que se pusieran en marcha.

Aquel intento fue un fracaso. La iniciativa cayó en saco roto. Ni uno ni otro hicieron caso al monarca ni pusieron de su parte para que la petición tuviera éxito. No hubo reunión, ni fotografía, ni nada.

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