Utilizó palabras inusualmente duras contra la Generalitat

El rey se ciñó al artículo 56 de la Constitución para hacer frente al independentismo en Cataluña

Felipe VI hizo varias referencias a términos incluidos en el precepto que regula las funciones del Jefe del Estado. También incluyó resonancias del mensaje de Juan Carlos I el 23-F

Felipe VI, en su discurso tras el referéndum ilegal del 1-O.
Felipe VI, en su discurso frente al independentismo catalán.

El rey de España intervino de forma directa en el proceso independentista de Cataluña con un mensaje extraordinario y urgente, el primero que pronuncia en sus tres años al frente de la Corona. Don Felipe fue directo: acusó a la Generalitat de saltarse la ley y romper la convivencia, y tuvo palabras de aliento para todos los españoles, pero especial para los catalanes no independentistas.

Dos días después del referéndum de secesión organizado por la Generalitat el 1 de octubre, el rey rompió el silencio que ya empezaba a ser objeto de extrañeza y críticas por parte de varios medios y también ciudadanos que esperaban una reacción del jefe del Estado ante este ataque a la unidad de España.

Esta semana no hay actos oficiales -el rey despejó su agenda para seguir este asunto-, por lo que no podía aprovechar un evento público para enviar su mensaje. Así que Felipe VI grabó un discurso extraordinario, algo que por ejemplo Juan Carlos I sólo hizo para frenar el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, y para reaccionar a la masacre terrorista cometida en Madrid el 11 de marzo de 2004.

Con semblante serio, ceño fruncido y frente arrugada, don Felipe dirigió palabras muy duras, que nunca había pronunciado en público contra una institución del Estado. Había criticado el proceso independentista, pero sin dirigirse tan directamente a la Generalitat, como hizo este 3 de octubre.

De la Generalitat que ahora preside Carles Puigdemont el rey dijo que ha demostrado “una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado”; que se ha situado “totalmente al margen del derecho y de la democracia”; que “de una manera reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de Autonomía”; que con “su conducta irresponsable” pone en riesgo la estabilidad económica y social de Cataluña y de toda España; que ha “quebrantado los principios democráticos de todo Estado de Derecho” y “socavado la armonía y la convivencia en la propia sociedad catalana”; que ha menospreciado “los afectos y los sentimientos de solidaridad que han unido y unirán al conjunto de los españoles”; y que “en definitiva, todo ello ha supuesto la culminación de un inaceptable intento de apropiación de las instituciones históricas de Cataluña”.

El artículo que regula la figura del rey

Esta andanada dialéctica, tan dura e inusual por parte de Felipe VI, vino acompañada por otras referencias que tienen su origen en la Constitución. Se ha repetido en estos años de reinado, sobre todo con motivo de su papel en el bloqueo político tras las elecciones generales de 2015, que el rey Felipe se aferraba a la Constitución como su guía se comportamiento y conducta.

Un análisis del texto del discurso permite concluir que don Felipe recurrió al artículo 56.1 de la Constitución para basar en él su mensaje. Y es que no pasan desapercibidas algunas frases concretas:

-- “Por todo ello y ante esta situación de extrema gravedad, que requiere el firme compromiso de todos con los intereses generales, es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones, la vigencia del Estado de Derecho y el autogobierno de Cataluña, basado en la Constitución y en su Estatuto de Autonomía”.

Se puede ver como una alusión a su propio papel, ya que entre las funciones del rey se encuentra la de arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones, ese “normal funcionamiento” que Felipe VI destacó que debe garantizarse en Cataluña.

-- “Termino ya estas palabras, dirigidas a todo el pueblo español, para subrayar una vez más el firme compromiso de la Corona con la Constitución y con la democracia, mi entrega al entendimiento y la concordia entre españoles, y mi compromiso como Rey con la unidad y la permanencia de España”.

 

Y es que la Constitución define precisamente al rey como “el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia”.

También llama la atención las alusiones reiteradas de don Felipe a que la Generalitat no sólo se está saltando la Constitución, sino también el Estatuto de Autonomía de Cataluña: “Determinadas autoridades de Cataluña, de una manera reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de Autonomía, que es la Ley que reconoce, protege y ampara sus instituciones históricas y su autogobierno; “es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones, la vigencia del Estado de Derecho y el autogobierno de Cataluña, basado en la Constitución y en su Estatuto de Autonomía”; “todo ello ha supuesto la culminación de un inaceptable intento de apropiación de las instituciones históricas de Cataluña”.

Esta decidida defensa no sólo de la Constitución Española, sino de las propias leyes e instituciones históricas de Cataluña -la Generalitat, el Parlament como heredero de las Cortes...-, entronca con el hecho de que el rey de España, y así lo hizo Felipe VI el 19 de junio de 2014, jura “respetar los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades Autónomas”.

Juan Carlos I ante el 23-F

El paralelismo con Juan Carlos I lleva tiempo repitiéndose. Se habla del “23-F de Felipe VI”, como el desafío al Estado en el que el rey se juega la Corona y en el que debe salir a realizar una acción extraordinario.

Pues bien: al comparar el discurso de don Felipe este 3 de octubre con el que dirigió su padre por televisión para condenar el golpe de Estado de Armada, Tejero y Milans de Bosch, se pueden concluir que hay ciertas semejanzas.

Las palabras de Juan Carlos I fueron mucho más breves. Comenzó así:

-- “Al dirigirme a todos los españoles, con brevedad y concisión, en las circunstancias extraordinarias que en estos momentos estamos viviendo...”.

Felipe VI empezó su discurso de forma parecida a su padre:

-- “Estamos viviendo momentos muy graves para nuestra vida democrática. Y en estas circunstancias, quiero dirigirme directamente a todos los españoles”.

En 1981, la parte más dura del breve discurso de don Juan Carlos fue el final:

-- “La Corona, símbolo de la permanencia y unidad de la patria, no puede tolerar en forma alguna acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático que la Constitución votada por el pueblo español determinó en su día a través de referéndum”.

Sorprende comprobar que don Felipe utilizó este martes palabras muy semejantes, sobre todo la referencia a la Constitución y a la unidad y permanencia de España:

-- “Termino ya estas palabras, dirigidas a todo el pueblo español, para subrayar una vez más el firme compromiso de la Corona con la Constitución y con la democracia, mi entrega al entendimiento y la concordia entre españoles, y mi compromiso como Rey con la unidad y la permanencia de España.

Un último detalle: Juan Carlos I pidió a los españoles, en esa “noche de los transistores”, con guardias civiles secuestrando al Congreso y al Gobierno, y tanques en las calles de Valencia, que tuvieran “la mayor serenidad y confianza”. Don Felipe habló también de serenidad, de tranquilidad, de confianza y de esperanza como valores que esperaba que dominaran en los españoles en estos momentos.

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